Planificar el trabajo de un caballo
Forma física, alimentación, entrenamiento, concursos… Todos estos conceptos tienen un factor común: la planificación o programación del trabajo de nuestro caballo.
Este es un concepto que quizá tardé más de la cuenta en adquirir (de hecho sigo mejorando todo lo que se relaciona con ello), pero que de un tiempo a esta parte resulta importante en mi trabajo con los caballos.
Planificar el trabajo nos puede ayudar a obtener mejoras en nuestro caballo, no sólo de cara a la competición, sino que también se pueden apreciar en el trabajo diario.
¿Qué factores podemos tener en cuenta a la hora de planificar el trabajo?
Estado físico o de forma del caballo.
Edad del caballo.
Disciplina a la que se dedica el caballo.
Objetivos a corto, medio y largo plazo.
Jinete habitual del caballo.
Alimentación.
Sesiones de trabajo.
Competiciones.
Estado de la salud del caballo.
¿Cuándo debemos planificar?
Lo ideal es planificar al principio de la temporada, cuestión que no impide que se pueda reprogramar en algún momento de la temporada. Podemos plantear repasar la planificación mensualmente, trimestralmente, después de cada competición, etc.
También podemos planificar de cara a una competición que tenga importancia para nosotros como jinetes o para nuestro caballo. Este hecho puede incluir pruebas de menor importancia dentro de la programación del trabajo.
Valorar y analizar cómo está el caballo puede darnos pistas para saber si debemos modificar o no el trabajo que estamos realizando. Es posible que en el trabajo diario no lleguemos a ver algunas carencias de nuestro caballo, cuestión que igual es más fácil de valorar en una competición.
¿Qué sesiones de trabajo podemos incluir en nuestra planificación del trabajo de la temporada?
Sesiones de trabajo de salto.
Sesiones de trabajo de doma.
Sesiones de trabajo de resistencia.
Sesiones de trabajo en el campo.
Sesiones de trabajo a la cuerda.
Descanso (tipo de descanso: en el box, en el paddock, paseo de la mano, etc.).
¿Cómo organizar el trabajo?
Debemos tener clara la disponibilidad para trabajar a nuestro caballo, teniendo en cuenta cuando competimos y el nivel de exigencia de estas competiciones.
Aumentar progresivamente el nivel y la intensidad del trabajo. Podemos organizar el trabajo en ciclos. Estos ciclos pueden ser cortos (un mes, por ejemplo) o largos (6 meses, por ejemplo).
Los concursos se deben incluir en la organización. En la medida de lo posible conviene incluirlos dentro de los ciclos, valorando su nivel e importancia.
En cualquier caso, hay que tener presente que no siempre la planificación estará enfocada a la competición, porque no todos los caballos tienen como fin competir.