Enseñar, entrenar, formar, transmitir…

Estos conceptos en ocasiones pueden representar todo lo que realiza un profesor/entrenador con su jinete.

Debemos evitar el concepto de teledirigir a nuestro alumno. Bien es cierto que debemos guiar, pero siempre tratando de que el jinete sea capaz de pensar por si mismo. Se trata de preparar al alumno en cuestión para que sepa reaccionar o responder frente a situaciones que puedan resultar comprometidas. También debemos tener en cuenta que debe ser capaz de trabajar un caballo por sí mismo (dependiendo del nivel del alumno, lógicamente).

Es importante tener una comunicación fluida entre el profesor/entrenador y el alumno. Cuando hablo de comunicación no sólo me refiero a que el profesor habla y el jinete escucha, debemos prestar atención a que el alumno también hable, que haya feed-back con el entrenador. Esta comunicación no debe tener interferencias (los padres, por ejemplo). Alumno y profesor deben ser capaces de comunicarse y trasladar aquello que piensan o sienten (el alumno, principalmente, sobre su caballo).

Muchas veces pie a tierra se aprecia una cosa y sobre la montura es otra distinta. En este punto podemos encontrar un buen equilibrio para que jinete y caballo sean capaces de obtener el mayor rendimiento posible (no sólo en competición, sino también en el día a día).

Lo interesante es que el profesor/entrenador tenga la capacidad de transmitir lo máximo posible a su alumno y que éste sea capaz de absorber la mayor cantidad de información o conocimientos posibles. Hay que ser conscientes de que en un periodo corto de tiempo no siempre somos capaces de asimilar conceptos y tampoco de poder enseñar todo lo que pretendemos. El tiempo no debería estar preestablecido, a veces una sesión de trabajo será suficiente y, por el contrario, igual necesitamos varias más para conseguir aplicar el concepto en cuestión.

Cambiar impresiones, sobre un recorrido de un concurso, por ejemplo, puede ser importante a la hora de entender lo que el profesor/entrenador quiere, ya que en este supuesto el alumno se encuentra “solo ante el peligro” y es cuando debe tratar de resolver por sí solo posibles situaciones que bajo la dirección del profesor resultan sencillas.

El uso del vídeo a veces ayuda. Visualizar conjuntamente (alumno y profesor /entrenador) una sesión de trabajo o una competición ayuda a que las ideas puedan ser comentadas por ambos. No se trata únicamente de ver y valorar los fallos o defectos, también debemos hacer hincapié en los aciertos y acciones positivas realizadas por el alumno. De esta manera se pueden poner en común diferentes aspectos de la monta del alumno. Estos aspectos pueden variar en función de la disciplina que se practique.

La actitud por ambas partes debe ser positiva. Un profesor que no quiere enseñar o que no tiene motivación para ello lo más que va a conseguir es desmotivar o aburrir al jinete. Por otra parte, un alumno que no quiere aprender o que considera que el profesor no le puede aportar, puede conseguir que su nivel de monta empeore.

La confianza entre profesor/entrenador y alumno debe ser prácticamente total. Por un lado, el profesor debe confiar en que el alumno sea capaz de poder asimilar lo que le está explicando/enseñando. Por otro lado, y el alumno debe confiar en que su profesor/entrenador sea capaz de transmitirle lo que lo que le está contando/mostrando. Poner en común las impresiones de ambos puede ser importante para que haya un aprendizaje real. Eso, además, mejora la confianza, compenetración y complicidad entre ambos.

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