Cuando nuestro caballo pierde confianza

A veces por un error (o una serie de errores), por malas decisiones en determinados momentos, por falta de forma física, etc. nuestro caballo pierde confianza. Esto puede desembocar en que nuestro caballo no trabaje bien, pierda precisión, se pare en un obstáculo, etc.

Si nos encontramos ante este problema, podemos afrontarlo siguiendo dos caminos diferentes. Por un lado, podemos empeñarnos en que nuestro caballo lo haga porque sí, a las bravas. Por el contrario, otra opción es la de pararnos y analizar las causas de esa falta de confianza. Si realizamos esto último es bastante probable que nuestro caballo pueda recuperar la confianza perdida. En una ocasión hablé de que a caballo, a veces, es mejor hacer las cosas por las buenas.

Cuando nuestro caballo tiene algún o algunos malos resultados, no siempre tenemos que pesar que sea por falta de confianza y que haya que pararse a pensar qué podemos estar haciendo mal en esa dirección. Probablemente es necesario analizar por qué se dan esos malos resultados, pero los motivos pueden ser otros distintos a la falta de confianza.

 Voy a tomar un ejemplo que resulta fácil verlo y que en la disciplina de salto puede ser habitual que en algún momento de nuestra vida como jinetes nos encontremos en esa situación. Nuestro caballo se para frente a un salto (en una o en varias ocasiones). Muchas veces de este problema nos damos cuenta en competición, ya que resultamos eliminados (en una o en repetidas ocasiones). Aquí la falta de confianza puede darse en los saltos en general, en un tipo de salto (oxer, por ejemplo), en una combinación, etc.

Ante una situación como ésta, podemos ser insistentes y seguir haciendo lo mismo que hasta ese momento. Puede ocurrir que con esa medida nuestro caballo recupere la confianza y deje de pararse, pero no es frecuente que ocurra así. Otra actuación podría ser la de trabajar sobre los saltos en los que encontremos las dificultades. Por ejemplo, medidas como la de bajar la altura y si fuera necesario trabajar con distancias cómodas para nuestro caballo, pueden resultar determinantes para que recupere esa confianza. Si el problema lo encontramos principalmente en la competición, participar en pruebas de menor altura es bastante probable que ayude a que el caballo recupere la confianza.

En líneas generales, podemos pensar que para que nuestro caballo recupere confianza debemos hacérselo fácil, es decir, que las exigencias sean menores y que la dificultad vaya subiendo progresivamente. El tiempo necesario para recuperar esa confianza posiblemente nos lo vaya mostrando el caballo, pero tengamos en cuenta que las prisas puede que no resulten buenas compañeras.

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La concentración del jinete

Hace algún tiempo escribí sobre la concentración del caballo  . Hoy voy a comentar La concentración del jinete.

Tan importante puede ser que el caballo se concentre como que el jinete también lo haga. Si el jinete está despistado o pensando en otra cosa, puede que no llegue a trabajar de forma correcta.

Alguna vez hemos podido observar a algún jinete que se sube a trabajar a su caballo, se encuentra con otro jinete, charlan durante un largo rato y después da “tres vueltas” y se vuelve a la cuadra. No digo que este trabajo sea perjudicial para el caballo, porque posiblemente dentro de la planificación del trabajo de este caballo tengamos alguna sesión así de suave. A lo que me refiero, es que este jinete no ha llegado a concentrarse en el trabajo de su caballo.

Otro ejemplo de falta de concentración puede darse cuando observamos a un jinete siendo excesivamente brusco con su caballo al inicio de la sesión de trabajo. En este tipo de casos el jinete puede haberse subido a su caballo enfadado o puede que tenga algún problema que haga que no esté adecuadamente centrado en el trabajo de su caballo.

¿Qué podemos hacer para llegar a concentrarnos sobre un caballo?

Cada jinete es un mundo… pero podremos encontrar algunas rutinas si no nos encontramos sobre nuestro caballo.

Algunas de estas rutinas pueden ser:

  • Realizar la sesión de trabajo en el campo, salir de la rutina.
  • Trabajar sobre un mismo ejercicio. Algo fácil y sencillo, un círculo por ejemplo.
  • Escuchar música. Siempre y cuando no podamos ser peligrosos para el resto de jinetes que haya en la pista.
  • Trabajar con la ayuda de alguien pie a tierra.
  • Trabajar junto con otro jinete.

 

Debo añadir que hay que valorar la concentración del jinete en competición. Tanto en la pista de ensayo, como en la pista de competición.

En la pista de ensayo debemos controlar los tiempos antes de entrar a concursar y estar pendientes del trabajo de nuestro caballo. En ocasiones si en la pista de ensayo hay muchos caballos esto puede resultar difícil (más cuando la experiencia del jinete en competición no es muy amplia). En la pista de concurso debemos tratar de estar aislados de lo que se produzca fuera de ella.

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Jinetes despistados

A veces sucede, todos los jinetes podemos tener algún despiste. La cuestión es que estos hechos pueden tener mayor o menor repercusión, porque hay despistes más graves que otros. Vamos a comentar algunos de los despistes que nos podemos encontrar, tanto pie a tierra como a caballo.

Despistes pie a tierra:

  • Que se escape un caballo en una pista donde se encuentran más caballos trabajando. Un jinete desmonta no sujetando correctamente su caballo y éste se escapa, pudiendo provocar problemas a otros jinetes o caballos.
  • No atar correctamente a un caballo. Tanto en las cuadras, en vallas o camiones o remolques, el hecho de no realizar correctamente el nudo del ronzal o ramal de un caballo puede provocar que éste se escape y genere problemas con otros caballos o jinetes.
  • No cerrar correctamente la puerta del box (se puede dar el caso de que el caballo abra el cierre de la puerta, ante lo cual habrá que emplear otro método para el cierre de la misma). Esto puede provocar que el caballo genere problemas dentro de las cuadras con otros caballos, que coma una cantidad desproporcionada de comida (en ocasiones encontramos cuadras con comida próxima a los caballos), etc. Si el problema se da con un caballo entero, puede ser un problema si en las mismas cuadras nos encontramos con yeguas (y viceversa).

 

Despistes a caballo:

  • Mal ajuste del equipo. Cincha mal apretada (puede provocar que la montura se de la vuelta), cabezada mal ajustada, muserola poco apretada, etc. Estos errores pueden provocar heridas o rozaduras al caballo.
  • No respetar las normas de la pista. Este hecho puede provocar choques entre caballos e incluso contra la valla.
  • Cruzarse con otro caballo. Esto puede darse en el trabajo por la pista, mientras uno de los caballos se encuentra saltando, etc. Este despiste puede provocar que uno de los jinetes deba variar su trayectoria (saltando puede provocar un susto en el propio obstáculo).

 

Algunos de estos despistes puede ser habitual en los jinetes con menor experiencia, pero resulta menos habitual observarlo en jinetes experimentados.

Como ya comenté en un artículo anterior, siempre debe imperar el sentido común . De esta forma, algunos incidentes serán evitados en parte o en su totalidad, haciendo de la equitación un deporte más seguro.

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Primeros pasos a caballo

Llega el día, después de haber querido subirte a un caballo, das el paso… Cualquier excusa es buena para empezar a montar a caballo.

Las primeras impresiones pueden resultar exageradas, el hecho de que el caballo se mueva con nosotros encima ya nos puede producir una sensación completamente nueva para nosotros.

Marchar al paso con el caballo y ser capaces de controlar movimientos básicos pueden producir una sensación de miedo o excesivo respeto por el caballo. O bien todo lo contrario, se produce una agradable sensación.

En algunos casos, para que el jinete sienta que tiene el control sobre el caballo que está montando basta con enseñarle a realizar paradas desde el paso. Debe sentir que es capaz de hacer marchar al paso al caballo y controlar que lo para.

Cuando iniciamos el trote por primera vez puede ser un tanto incómodo y hasta desagradable. El nuevo jinete nota los dos tiempos del trote mientras bota sobre la montura. Por regla general puede tardar algunas sesiones de trabajo en conseguir empezar a relajarse sobre la montura. También es habitual que se tarden algunas clases en mantener el ritmo de trote levantado e ir a la par con el caballo. Para que entiendan el movimiento de trote levantado (y de paso hacer un poco de calentamiento), con el caballo parado invitamos a que el jinete se levante a tocar las orejas del caballo durante 10 repeticiones (se imita el trote levantado, el jinete se levanta y se sienta, arriba y abajo).

Para tratar de conseguir mejorar el equilibrio con jinetes nuevos podemos trabajar trote sentado, trote levantado y trote en suspensión. De esta manera, variando el trote invitamos a que un jinete con poca experiencia tenga que modificar su equilibrio y su posición sobre el caballo.

El primer galope suele ser muy agradable. Antes de realizarlo puede haber una sensación de miedo (sobre todo en algunos de los más pequeños), pero una vez que se galopa esto cambia.

Las primeras sensaciones sobre un caballo, en ocasiones pueden provocar miedo o respeto. Es importante que, según el jinete, vayamos más o menos deprisa. Tomar las primeras lecciones sobre un caballo con calma ayudará a que el jinete tenga una buena base y posteriormente le resulte más sencillo evolucionar sobre un caballo.

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Cansancio a caballo

¿Influye el cansancio cuando estamos a caballo? Desde mi punto de vista sí influye. La diferencia puede estar en que a veces me subo cansado a un caballo y otras veces el cansancio es debido al trabajo sobre mi caballo.

Si cuando empiezo a montar ya me encuentro cansado, esto va a influir directamente en el trabajo que realice sobre el caballo. Este hecho puede provocar que las ayudas que ponga, la tranquilidad que necesite o simplemente la fuerza necesaria se vean afectados de inicio, y ante lo cual mi caballo no trabaje como yo quiero.

En el segundo supuesto, cuando a medida que trabajo a mi caballo voy notando el cansancio, puede que sea debido a que el caballo que estoy montando implique un gasto importante de mi energía. Entre otras razones, podemos achacarlo a que no estamos en una buena forma física y enseguida nos cansamos frente a un esfuerzo normal, o que el caballo que estamos trabajando implica un esfuerzo importante (sea un caballo vago, caliente, etc.).

En otras ocasiones nuestro cansancio aumenta porque malgastamos nuestra energía con gestos o acciones que no siempre son necesarios. Por ejemplo, si tengo un caballo frío o que tarda en entrar en el trabajo puede que sea innecesario que desde el primer momento que nos subimos intentemos que entre en el trabajo. Probablemente con este tipo de caballos un estiramiento más largo o más progresivo, e incluso trabajar inicialmente a la cuerda, puede resultar más efectivo que subirse y empezar a trabajar enérgicamente con la pierna. Naturalmente, eso tampoco quiere decir que si el caballo que trabajamos es frío o vago, con estirar a la cuerda o con más tiempo va a hacer que éste se convierta en un caballo diferente.

Tener claro el estado físico en el que nos encontramos, el estado físico de nuestro caballo o como es éste, puede ayudar a que no gastemos en balde las energías con las que contamos como jinetes.

Otra cuestión es el posible cansancio mental que mantengamos frente a cualquier circunstancia o que sea provocado por el caballo que estamos trabajando. Este segundo supuesto puede provocarnos reacciones contrarias a lo que requiere el caballo en cuestión y en consecuencia realizar acciones innecesarias con el consecuente cansancio extra.

Hay veces que si no estamos totalmente descansados puede resultar más rentable, tanto para el jinete como para el caballo, hacer un trabajo sencillo o rutinario. Al menos así nos aseguramos de no perjudicar a nuestra montura ni a nosotros mismos como jinetes.

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La moral

“¿Por qué se ha parado?” “¿Soy yo o es mi caballo?” “Otra vez…”, “Este caballo no vale”, y un largo etcétera de frases que, en alguna ocasión, se pueden llegar a oír después de un concurso con un resultado no positivo.

En algunas de estas ocasiones el resultado no acompaña al trabajo realizado durante la semana, el mes, la temporada, etc. Pero en otras el problema es que el resultado sí acompaña al trabajo realizado e incluso al trabajo no realizado. Entiendo que si este resultado se da en el primer caso sea frustrante, el hecho de ir a una competición y salir de la pista con un, teórico, mal sabor de boca. Pero creo que en el segundo caso el problema no está en el concurso en cuestión, hay que ir más allá.

Cierto es que hay caballos que “no valen”, es decir, lo que les pedimos es demasiado; bien porque están dando el 100×100 y están en su límite, bien por algún problema físico, bien por falta de experiencia, bien porque el jinete puede no ser el adecuado, etc.

Con relativa frecuencia se le echa la culpa al “empedrado”, en nuestro caso, al caballo. Pero… ¿qué parte de culpa tiene realmente el caballo? Y ¿cuál es el origen de esa culpa?

Lo primero que debemos preguntarnos es cómo hemos planteado el concurso y el trabajo frente al mismo. ¿Estamos trabajando bien? ¿Es pronto para presentarse a un concurso? Quizá esta pregunta la deben valorar dos personas, el jinete en cuestión y su preparador (el profesor o entrenador). Aquí es donde debemos observar la moral de nuestro caballo. La moral la podemos ver, por ejemplo, en cómo está saltando (si de cada 3 saltos en uno le damos un susto, puede que su moral esté un poco baja). También debemos atender a si el caballo ha tenido alguna mala experiencia recientemente.

Otra cuestión que debemos tener en cuenta es con qué fin trabajamos diariamente a nuestro caballo. ¿Para competir? ¿O trabajo para mejorarlo (y de paso, aprendo) y la competición es parte de este trabajo? Este aspecto puede ir ligado en función de la experiencia del jinete.

En relación con el jinete, cuando mantiene una dinámica negativa frente al concurso (o frente al hecho de saltar en general), esta dinámica puede hacer que nuestra concentración en el concurso se vea afectada y aparezcan los nervios, y en consecuencia determinados errores. Cuando la moral del jinete está baja pueden aparecer dos estados. Por un lado, la sensación de “que mal jinete soy” y por otro, lo mencionado anteriormente, “que malo es mi caballo” (quizá esta última sea la más habitual).

Cambiar esta dinámica es importante y necesario. Podemos pensar que la vía más sencilla pasa por cambiar de caballo (en determinados casos será la correcta); también podemos competir en una prueba de menor altura; que un jinete más experimentado trabaje o concurse a nuestro caballo, etc.

También podemos tratar de cambiar el estado de nuestra moral mediante el trabajo, el trabajo diario con nuestro caballo. Deberemos analizar nuestras rutinas de trabajo y por qué no, introducir algunos cambios con el fin de que la mejora sea visible. No debemos precipitarnos y pensar que con 10 días de trabajo todo cambia; es un trabajo progresivo que necesita su propia evolución.

Es importante y necesario valorar fríamente cuál es el origen del problema. No debemos cometer el error de mirar sólo el resultado de uno o varios concursos, sino que debemos atender al trabajo diario y valorar como se puede mejorar el mismo. No siempre es necesario saltar la altura en la cual competimos, saltar pequeño puede ayudarnos a recuperar moral (tanto al caballo como al jinete). La confianza tanto de jinete como de caballo puede facilitar mucho las cosas y resolver situaciones frente a un obstáculo que se antojan complicadas.

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